Arturo Peimbert, hasta ayer 23 de diciembre Fiscal General de Justicia, renunció al cargo que le fue encomendado por el Congreso local de Oaxaca.
Algunos dicen que fue por presión política, otros que por meros asuntos personales. Aunque ningún ciudadano sabe a ciencia exacta el motivo, en la política todo pasa y nada debe sorprender.
Para el grado de impunidad e injusticia que viven los oaxaqueños, ya no les importa quien llega quien se va, a quien imponen y a quien le vuelan la cabeza, lo que demandan y aclaman simplemente es una cosa: Justicia.
Y mientras este circo sigue, ya hasta salieron nombres a relucir de posibles sucesores.
Pero lo que se debe hacer es que el Congreso de Oaxaca emita una convocatoria pública a los abogados y abogadas, para participar y ocupar la titularidad de la Fiscalía del Estado. ¿Quién se querrá aventar semejante encargo?